Los precios del gas licuado, los combustibles, productos de primera necesidad, como el aceite, el pollo, el huevo, las frutas, tubérculos como la papa y otras verduras, continúan subiendo ferozmente y ninguna autoridad se pronuncia y dice nada al respecto.
¿Dónde están los ministros de la Producción, de Economía, de Agricultura, y de Energía y Minas que no salen a dar una explicación a la población?
Y por último ¿Dónde está el encargado de Palacio Francisco Sagasti que antes de dejar el Ejecutivo no emprende acciones conjuntas con sus “portafolios” para erradicar la especulación de precios?
Todos los días algunos políticos, medios de prensa, y empresarios señalan en sus discursos que ante todo está el respeto a la Constitución; sin embargo, aquí se pisotea el texto fundamental todos los días, porque reinan los oligopolios, monopolios, el acaparamiento, la concentración de medios y rubros, así como la “concertación de precios” entre compañías, con el único fin de robustecer económicamente las arcas de los megaconsorcios empresariales, con el consentimiento de la población nacional, que al imponérseles precios elevados en la mayoría de productos, no les queda otra opción que “consumirlos” ante la indiferencia de los entes tuteladores y/o “administradores del Estado”.
Hasta el cansancio hemos escuchado a los analistas decir, que todo se debe a la crisis política generada por la elección del profesor Pedro Castillo y que por ello ha surgido la incertidumbre y una enorme preocupación que ha generado el alza del dólar y de los precios de otros productos; pero omiten decir que esa preocupación solo obedece a los grandes grupos de productores e importadores que con el “embustero discurso” del incremento de la moneda extranjera, ellos también dizque tienen que “sincerar” sus precios, y claro está: ese incremento simplemente se lo gravan al vulgo, que finalmente será el consumidor final; mientras que los grandes productores, bajo ninguna circunstancia deben bajar sus índices de ganancias y/o utilidades.
“A rio revuelto, ganancias de pescadores”
Así dice el refrán, sobre las personas que sacan provecho de las coyunturas que se encuentran en crisis. Y en nuestro país, esa ha sido la praxis desde que empezó la pandemia en 2020.
Basta recordar el rol que jugaron algunos oligopolios de grupos privados incentivados por el propio gobierno de Martín Vizcarra, como el Grupo Intercorp que a través de sus boticas y farmacias impusieron sus elevados precios a sus fármacos, aprovechándose de una emergencia sanitaria que mataba gente día a día. Y lo mismo con la Asociación de Clínicas Particulares (ACP) que cobraban hasta medio millón de soles por una cama UCI y que al final terminaron en un pacto infame con el gobierno lagarto, y fijaron una tarifa plana de S/50 mil soles por la atención a un paciente Covid-19 que sea derivado de los sistemas Minsa y EsSalud.
Y ahora en este segundo semestre del año, sucede con los productos de primera necesidad del giro de abarrotes, en especial con el aceite vegetal que, de costar, aproximadamente S/6 soles, ha pasado a costar hasta S/11 soles y cuyo único y exclusivo productor y distribuidor es el Grupo Alicorp, por cierto, un emporio oligopólico que pertenece al Grupo Romero, cuyo propietario es nada menos que Dionisio Romero Paoletti, dueño del Grupo Credicorp y principal financista de Keiko Fujimori. Solo basta recordar, que él le regaló a la candidata naranja US$ 3 millones 600 mil dólares en una campaña anterior, a espaldas de la corporación de los fondos de Prima AFP y del BCP, y eso configura el delito de fraude financiero; sin embargo, como decía un viejo relator de noticias: ¡Aquí no pasa nada!
Eso es lo que hay. Así son nuestros “ilustres compatriotas” que se han empoderado desde que fueron señoritos de la Colonia, y luego a través de la República con el único fin de robustecer sus economías familiares, a pesar que el resto se encuentre en el desamparo.
Y ahora surge el “argumento” de la escasez en el caso del gas, e incluso le echan la culpa a los oleajes en la costa del Callao que obstaculizan la llegada de los cargueros que trasladan el gas norteamericano. ¿Acaso eso es un factor para incrementar el precio del licuado? Si todos los años hay oleajes.
La falta de empatía de los regímenes de turno y la indolencia se han vuelto una institución en el país y es menester que el gobierno ingresante de una vez por todas regule los precios de los hidrocarburos, en lugar de dejárselo al mercado internacional.
Es por ello, que en estos momentos los pobladores que viven en Camisea, Cusco tienen que pagar por un balón de gas hasta S/100 soles.
Lo mismo, ha sucedido con el alza del dólar, cuyo principal factor es la incertidumbre que ha generado la opción de izquierda en el próximo mandato presidencial; pero ese efecto no es el correcto. Es decir, se está reconociendo que el factor incertidumbre genera una —especulación— y eso no resiste el menor análisis razonable, porque a todas luces es antitécnico.
Y los medios a través de los analistas políticos que obedecen a sus patrocinadores, le han hecho creer a la opinión pública que la “regulación de precios” es innoble, porque es una “intervención” que luego se convierte en una “estatización”, y que al final derivará en una “expropiación”. Y eso es una falacia, porque al pretender sustentar que la economía de libre mercado significa libertinaje, aquellos grupos hegemónicos están cometiendo un despropósito que lesiona los intereses, no solo del país; sino de todos los ciudadanos que pisamos el territorio nacional.