Voto por la fuerza o voto de manera voluntaria. Desde las recordadas elecciones presidenciales entre Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa, la decisión final del votante se resume casi siempre durante la última semana de campaña; esa duda del ciudadano es sintomática pues desnuda el poco interés por conocer a los candidatos y los planes de gobierno.
Las explicaciones pueden ser distintas, entre la lejanía de las localidades de nuestro Perú, el lenguaje que utilizan los candidatos, que simplemente no se impregna con el votante, o por el pasado mismo de ellos, como lo pasó con la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, que por más campaña mediática y millonaria nunca pudo superar a un improvisado candidato como lo fue Pedro Castillo.
Este análisis, sin lugar a dudas, contiene diferentes vertientes, y para ello los analistas políticos y estadistas tendrán la oportunidad de explicarlo.
Lo que sí interesa es el espíritu de esa propuesta, impulsada por los congresistas Alejandro Cavero y Adriana Tudela, quienes explican que la obligatoriedad del voto no ha servido para garantizar que más ciudadanos acudan a sufragar en elecciones y que tampoco “ha contribuido a que éstas sean más democráticas y ha servido para legitimizar a los gobernantes”.
La propuesta parlamentaria denominada “Proyecto de ley de reforma constitucional que reconoce el voto libre y voluntario” implica la modificación del artículo 31 de la Constitución.
“Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas (…) El voto es personal, igual, libre, secreto y voluntario”, se lee en la iniciativa.
Asimismo, Cavero y Tudela alegan que bajo el sistema actual es recurrente que las personas acudan a votar desinformados, por lo que indican que los candidatos no tienen la necesidad de convencerlos de forma definida.
“El voto facultativo genera como resultado un reto adicional para candidatos y agrupaciones políticas: el de elaborar propuestas lo suficientemente persuasivas, solventes y estimulantes que produzcan que un grueso del electorado tome la decisión de salir de sus hogares para sufragar”, explican en el proyecto de ley.
De desarrollarse esa iniciativa al final a quiénes o qué partidos políticos se verían beneficiados ¿los más organizados o los que mejor sepan cautivar en la última semana de votación? Usted qué opina.