La última jornada laboral de Daniel Maurate como ministro: una despedida con bocaditos, aplausos y fondos públicos

El ministro de Trabajo, Daniel Maurate, fue despedido con una fiesta en horario laboral y dentro del propio ministerio. Un homenaje que, lejos de la transparencia, expone la normalización del uso de recursos públicos para fines personales en el Estado peruano.

PÁGINA 77 PORTADA PE (65)

El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) vivió este viernes una escena que parece extraída de un cuento sobre la decadencia estatal. En lugar de atender las urgencias del país laboralmente más informal de Sudamérica, los funcionarios del sector fueron convocados a celebrar la despedida del ministro Daniel Ysáu Maurate Romero… en pleno horario laboral.

La invitación, enviada por la Oficina General de Recursos Humanos, citaba a todo el personal a una “reunión de despedida” en el auditorio Javier Neves Mujica a las 3:30 p.m., es decir, mientras el país seguía trabajando. La cita, bajo el sello institucional del MTPE, se desarrolló dentro de las instalaciones del ministerio, con el tono y la formalidad de un acto oficial, pero con la esencia de un festejo privado.

Lejos de un balance de gestión o una rendición de cuentas, lo que hubo fue una fiesta. En lugar de cuestionamientos sobre su paso por el cargo, se escucharon aplausos y discursos de gratitud. Todo ello en un contexto donde los empleados públicos cobraban su jornada, los recursos del Estado se utilizaban para fines personales y el mensaje que se enviaba era el mismo de siempre: en la administración pública, el tiempo y los bienes del Estado se confunden con los del funcionario.

De hecho, el hecho podría encajar dentro del artículo 388 del Código Penal, que sanciona el peculado de uso, aplicable a los funcionarios que emplean recursos estatales para fines ajenos a su función. En este caso, se habrían utilizado infraestructura, personal administrativo y tiempo de trabajo estatal para una celebración sin justificación institucional.

Maurate, abogado y político vinculado al entorno de Dina Boluarte, se despide dejando una gestión marcada por cuestionamientos en materia de contratación pública, pasivos laborales y una evidente falta de avances frente a la informalidad y precarización del empleo. Su salida, sin embargo, fue celebrada como si se tratara de un logro.

Mientras tanto, millones de trabajadores peruanos continúan esperando políticas reales que los protejan del desempleo, la tercerización abusiva y los despidos arbitrarios. Pero el ministerio que debía velar por ellos decidió cerrar su jornada con bocaditos y aplausos. En el Perú, donde la ética pública parece haberse tomado vacaciones, las despedidas oficiales suelen parecerse más a brindis que a balances.

Comentarios