
Perú terminó su participación en las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026 con solo 12 puntos después de 18 partidos: un registro que firma su peor campaña en el formato actual. La Bicolor cosechó apenas dos victorias, seis empates y diez derrotas, y fue incapaz de anotar como visitante.
Las derrotas finales ante Uruguay (0-3) en Montevideo y ante Paraguay (0-1) en Lima remataron un cierre amargo. El marcador ante Paraguay, conseguido por Matías Galarza a los 78 minutos, fue el broche silencioso para una despedida sin festejos en casa.
Este desempeño se refleja también en el ranking mundial de la FIFA: Perú cayó varios puestos, ubicándose ahora en el puesto 48, lo que supone un retroceso de seis casillas con respecto al listado anterior de hace un par de meses. En Sudamérica solo superamos a Venezuela, Chile y Bolivia.
Peor aún, este logro negativo habla de una falta de solidez defensiva, de escasa profundidad ofensiva y pocas variantes tácticas. Entrenadores se han sucedido sin lograr consolidar un estilo claro ni recuperar la confianza del equipo.
Este bajón no es solo numérico: es simbólico. El fútbol peruano, que alguna vez fue referente en Sudamérica, hoy queda rezagado en comparación con selecciones que tenían menos tradición mediática, menos infraestructura, pero que han otorgado prioridad al proyecto futbolístico.
Si bien el Mundial 2026 aún parece estar lejos como objetivo directo, el país deberá replantear urgentemente su estructura/formación (canteras, tácticas, recambio de jugadores) si no quiere seguir hundiéndose en el ranking, ni perder presencia ante rivales que sí parecen levantar cabeza.
Perú necesita más que partidos de despedida: requiere una hoja de ruta nueva. Porque caer en el ranking puede doler, pero quedarse sin respuestas es lo que realmente pone en riesgo la pasión que une al país entero.