Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Villa El Salvador el 05 de febrero de 1985, Jefferson Farfán tenía cuatro meses de nacido. Su padre Luis Farfán, lo abandonó cuando era un bebé y fue mamá Charo, una bailarina de música afroperuana fue quien tuvo que convertirse en padre y madre para Jefferson. “Recuerdo que yo era muy chico y llevaba mi cajón, mientras yo tocaba mi mamá bailaba. La gente me daba mi propina, la pasaba muy bien con mamá”, rememoró Farfán en una entrevista.
Villa El Salvador fue el barrio donde Farfán gritó sus primeros goles, cosechó sus primeros amigos y donde asesinaron a María Elena Moyano, dirigente vecinal que enfrentó a Sendero Luminoso en la época del terrorismo. El día del asesinato, Farfán se encontraba en el sector 16 de Villa El Salvador y tenía solo 8 años.
En las pichangas de barrio, Jefferson mostraba su juego quimboso y fue destacando y ganándose los elogios de sus vecinos. “Jugaba mucho fulbito en mi barrio y la gente me decía por qué no te vas a probar a un equipo. Yo les decía que no iba porque no tenía dinero para los pasajes ni para nada”, recuerda Farfán. Eran tiempos difíciles para mamá Charo, cientos de familias seguían llegando a Villa El Salvador, el arenal se convirtió en una ciudad satélite, producto de lo que el sociólogo Matos Mar llamó Desborde popular.
Su primer club
Jefferon tenía un sueño, jugar fútbol profesional como lo habían hecho sus tíos: Roberto “La Foca” Farfán, Cuto Guadalupe y su propio padre Luis Farfán. Su primer club fue el Deportivo Municipal conocido como los Basureros o los Ediles. Una mañana “Cuando fui al Muni me probaron primero en la cancha de loza, y recién de ahí te pasaban a la cancha de fulbito, luego pasé a la cancha oficial y las cosas me salieron bien y me pude quedar”.
Pero Farfán también fue a probarse a la “U” y fue seleccionado por el club, pero no se quedó por un problema: no había dinero para pagar los uniformes. “A Farfán en la U le entregan un buzo y le piden dinero por el buzo, pero él no vuelve más”, contó alguna vez Daniel Peredo.
El moreno con sonrisa amplia no bajó los brazos y continuó mostrando su talento en la categoría infantil. En 1996, Jefferson tenía 12 años y logró ingresar a Alianza Lima, ahí conoció a su gran amigo: Paolo Guerrero. El técnico Óscar Montalvo apostó por Jefferson y fue su gran apoyo, ocupó gran parte de la ausencia que arrastraba Farfán: la figura paterna.
En el año 2000, Farfán viajó a Alemania con el equipo de Alianza Lima para participar en un torneo internacional realizado en Berlín y en el cual el equipo juvenil aliancista se llevó la copa. Un año después, el debut en Primera con Alianza Lima estaba por llegar. El 28 de julio de 2001, el técnico Jaime Duarte lo hizo ingresar en reemplazo del goleador Waldir Sáenz. Con 16 años debutó frente al Deportivo Wanka.
Fútbol europeo
A los 20 años Jefferson Farfán valía 2 millones de dólares. El chico de Villa El Salvador fue comprado por el PSV Eindhoven de Holanda que pagó esa cifra. Con su primer sueldo le compró una casa con piscina a mamá Charo. Luego de participar en los cuatro títulos logrados por el PSV, en el 2008 Farfán pasó a las filas del equipo alemán Shalke 04 y convertirse en figura de la Bundesliga. Llegaron los autos de alta gama, cambió los rosarios de plástico por cadenas de oro y relojes. El 10 de la calle comenzó a vestir Dolce & Gabana y calzar Gucci. Si antes no había tenido ni para el buzo que no pudo pagar en la “U”, la pobreza se había convertido en un mal recuerdo.
Su carrera deportiva comenzó a ocupar portadas de diarios y revistas, sus lujos y parejas despertaban el morbo de la televisión y la prensa rosa. Con el Shalke 04 fue campeón de la Copa y Supercopa de Alemania, y en el 2010 fue elegido el mejor jugador de su club. Anotó 52 goles en siete temporadas.
Emiratos Árabes y Rusia
En el 2015 fue fichado por el club Al Jazira de los Emiratos Árabes con un salario de más de 13 millones de dólares por año. En los Emiratos Árabes Farfán conoció los hoteles de siete estrellas, los policías que patrullan en Ferrari y los almuerzos con jeques árabes. Pero también aprendió a valorar mucho más los sacrificios de su madre que se ganaba la vida bailando hasta la madrugada y muchas veces dejaba de dormir para llevarlo a los entrenamientos. “A veces cuando yo estaba jugando, mi mamá se quedaba dormida en la tribuna”. A su vez, su madre, Rosario Guadalupe, señala que “Desde que lo traje al mundo soy padre y madre para él, porque su papá nunca vivió con nosotros, pero felizmente con sacrificio salimos adelante. La vida fue dura para nosotros, pero siempre lo apoyé con lo que más le gustaba: el fútbol, que es lo que más ama”.
Luego de dos años en el fútbol árabe regresó a Europa en el 2017, al Lokomotiv de Rusia. Con el club ruso Farfán ganó dos veces la Copa de Rusia y la Premier League Rusa. En la segunda temporada destacó como máximo goleador de su equipo con 14 goles hasta que en el 2020 llegó la pandemia del covid-19 y todo se detuvo.
Mientras se encontraba en Rusia, el presidente de la junta directiva del Lokomotiv, Anatoli Mescheriakov, confirmó que Jefferson Farfán dio positivo al corona virus pero todo fue solo un susto. Ya recuperado, el 10 de la selección nacional entrena con el Lokomotiv. Aunque debería preocuparle las declaraciones de su DT Marko Nikolic: “A algunos jugadores se les acaba el contrato. Necesitamos nuevos futbolistas, hay que tener en cuenta el límite de ocho extranjeros. Ese es nuestro trabajo interno, no el de los medios. Cuando los jugadores estén aquí, entonces quedará claro lo que hicimos”.
Cupido F.C.
Entre los romances que se le ha conocido a “La Foquita” aparece el nombre de Mercedes Castro, madre de su hija mayor, luego está Melissa Klug, con quien tuvo dos hijos; después el romance fugaz con Ivana Yturve y las idas y vueltas con la cantante Jahaira Plasencia.
Selección peruana
Jefferson, como muchos jóvenes de su generación, creció sin ver a Perú jugar un mundial de fútbol. Desde España 82 la selección nacional no regresaba a la fiesta mundial más esperada cada cuatro años. Pero el 10 de la calle lejos de Villa el Salvador provocó el otro desborde popular que Matos Mar no pudo pronosticar: la clasificación de Perú al Mundial de Rusia 2018.
Farfán aparece como el segundo goleador histórico del seleccionado con 27 goles, y el peruano con más goles en la historia de las eliminatorias mundialistas (16 goles). Hoy la hinchada grita sus goles, los niños en las pichangas de barrio lo imitan y la camiseta de la selección peruana con el número 10 se vende gracias a la pasión que generan personajes como Jefferson Farfán.